LA CIRUGIA DE COLUMNA COMO EXPERIENCIA POSITIVA PARA EL PACIENTE
En este artículo se hace referencia a los miedos y expectativas que tienen los pacientes afectos de un problema lumbar.
Es muy frecuente que los profesionales escribamos en relación con nuestro punto de vista, pero frecuentemente nos olvidamos de los pensamientos y sensaciones de los pacientes... Por otra parte en nuestro mundo abundan profesionales que prometen resultados imposibles con el fin de que el paciente vaya a la cirugía animado, o simplemente que se opere y que sean intervenidos por ellos. Cuando los resultados no son los prometidos, aunque sean buenos, ocurre en muchos casos la decepción y la desconfianza de los pacientes hacia el profesional, y ésto hace que aumente la mala prensa de la cirugía de columna.
Del original se pueden extraer varias conclusiones desde el lado del paciente, la primera es la indicación. Realmente tenemos que estar seguros antes de plantear una intervención que ésta es la mejor opción y para ello es necesario conocer cual va a ser la historia natural de ese proceso en cuestión si el paciente no es operado, y a partir de ahí valorar si con la cirugía tenemos un porcentaje esperable de buenos resultados que va a mejorar el resultado de la historia natural. Solo si conocemos la historia natural de los procesos podremos dar a los pacientes una información honesta.
En segundo lugar, la cirugía puede estar correctamente hecha, pero el paciente posiblemente deba cambiar de hábitos alimenticios, tabaco, mejorar su forma física, evitar determinadas sobrecargas de su columna.
Además cada paciente tiene un dolor distinto y además lo percibe de manera diferente. La preparación mental preoperatoria es imprescindible, y en ocasiones es necesaria la colaboración de un especialista, que nos ayudará a poner al paciente en las mejores condiciones psicológicas de cara a afrontar la intervención… o en algún caso nos desaconsejará la intervención por estar el paciente en una situación psicológica inapropiada.
Un paciente puede tener la sensación de que su cirugía va peor que la de otro, cuando realmente tanto el tipo de patología subyacente como el tipo de tratamiento quirúrgico practicado son totalmente diferentes, lo cual, unido a las distintas vivencias del dolor puede proporcionar resultados subjetivos distintos. Es el cirujano el que tiene que plantearse en todo momento si la evolución entra dentro del rango de la normalidad y del resultado esperado, o hay algo que no puede no ir bien.
Tercero, el ejercicio. El paciente debe moverse lo más y lo antes posible en función del grado de dolor, y el caminar es el mejor ejercicio que se puede hacer en las fases iniciales postoperatorias. Pasado un tiempo, aproximadamente 2 meses, en función de la evolución, se puede plantear algún tipo de fisioterapia.
Finalmente, si se ha realizado una cirugía de fusión, esa zona no se moverá más, y por tanto no caben esperar problemas relacionadas con la zona en concreto, aunque es posible (no seguro) que se sobrecarguen articulaciones por encima o por debajo de la parte de la columna fusionada, y que produzcan problemas a medio o largo plazo que pueden requerir una nueva intervención.